Estimadas Usuarias y Usuarios:
El confinamiento ha supuesto en miles de familias de pacientes con personas mayores, muchas con deterioro cognitivo añadido, una dificultad aumentada en su día a día. Esta situación ha supuesto un cambio muy importante en nuestras vidas, pues hemos pasado de poder realizar nuestras actividades y relacionarnos con los demás libremente, a permanecer encerrados en casa durante varios meses, todos juntos, los ancianos con los jóvenes y los niños, los miembros sanos del grupo cuidando de los enfermos, en medio de una incertidumbre y un temor importantes a qué va a suceder con nuestra salud y la de nuestras familias, pues esta enfermedad afecta sobre todo a personas mayores de 65 años con patología cardiovascular previa, como HTA o insuficiencia cardiaca, y en menor medida a los pacientes con EPOC o diabetes, y es poco frecuente que una persona con cierta edad no padezca alguna de estos procesos.
Pero también hemos tenido miedo al pensar en qué va a pasar con nuestros estudios, con nuestros trabajos, con nuestro futuro.
Y, además, este cambio ha sido muy brusco, sin prácticamente tiempo de prepararnos para afrontar la nueva situación.
Una parte muy importante de la estructura de nuestras vidas es el mantenimiento de las rutinas cotidianas. En las personas con deterioro cognitivo este mantenimiento de las rutinas diarias es fundamental, pues ayuda a compensar la disminución de otras actividades intelectuales o de conducta que van apareciendo con la evolución de la enfermedad, como la desorientación, la confusión, la falta de decisión, el insomnio o la ansiedad y la agitación.
Por eso pensamos que es tan importante para las personas con deterioro cognitivo acudir regularmente a un Centro de Día, pues su asistencia consigue una estructura de rutinas muy beneficiosa para ellas, y también para sus cuidadores.
El confinamiento ha supuesto para muchos de estos pacientes un cambio en sus rutinas diarias que ha afectado a su estado de salud, a sus emociones, a su alimentación e incluso a las tomas de medicación, produciendo un empeoramiento de la evolución de su enfermedad, por aumento de su aislamiento social, disminución de sus relaciones sociales, miedo e incomprensión psicológica ante su nueva situación.
En esta etapa en casa es importante, por si la situación se repitiera, mantener los horarios para levantarse, comer, cenar, para la higiene diaria, lavado de manos al entrar y salir del baño, así como intentar que el paciente realice actividades que le permitan una cierta actividad cognitiva, como leer, dibujar, doblar ropa, coser, etc.
También es muy recomendable intentar que el paciente realice alguna actividad física, aunque sea dentro de casa o en el rellano, como andar, realizar algunos ejercicios suaves de gimnasia, baile, movimientos de las articulaciones, etc.
Compartir momentos agradables con el paciente es fundamental, estimulando sus recuerdos positivos con música que haya sido importante en su vida, películas, libros, fotografías, objetos que para él tengan un significado especial.
Pero no solo se ha producido empeoramiento a nivel cognitivo. Estos meses de confinamiento se han traducido en el paciente mayor en el descontrol de algunas de sus enfermedades previas, con subidas o bajadas de sus cifras tensionales, o de sus cifras de glucemia, así como la posibilidad de infecciones respiratorias, digestivas o de orina. Por otro lado, la falta de actividad física ha podido enlentecer su ritmo de vida, a veces casi como si estuvieran ingresados.
A nivel físico, las principales consecuencias del confinamiento ha sido, sobre todo, LA PÉRDIDA DE MASA MUSCULAR. Nuestros músculos deben estar moderadamente fuertes para sujetar nuestras articulaciones, dándoles estabilidad y disminuyendo el dolor en las personas mayores, y esta atrofia muscular produce más dolor, más inestabilidad y más posibilidades de caídas y fracturas.
También se ha producido PÉRDIDA DE MASA ÓSEA, debido sobre todo a la falta de actividad física y a la no absorción de vitamina D por los rayos solares, que estimula la fijación del Calcio en los huesos. Esta situación se agrava porque, en el paciente mayor, ya existe un cierto grado de osteoporosis, a veces muy intensa.
Por último, también se produce DISMINUCIÓN DEL CONSUMO MÁXIMO DE OXÍGENO, que empeora nuestra capacidad física al no movernos como antes, y que en los mayores puede ser un problema importante, pues esta falta de consumo de oxígeno hace que, al salir a pasear, sobre todo al principio, se encuentre más fatigado y con más cansancio que cuando realizaba la misma actividad antes del confinamiento.
Desde el Centro de Día, hemos intentado mantener en nuestras Usuarias y Usuarios las rutinas y las actividades físicas y cognitivas que hacían antes de la pandemia. Hemos procurado conocer diariamente el estado físico, neurológico y psicológico de las personas que asisten a nuestro Centro con llamadas telefónicas, enviándoles cuadernillos parar realizar actividades que estimulen su agilidad mental, tablas de ejercicio físico, actividades de fisioterapia, ejercicios de relajación, lecturas, recetas de cocina, maquillaje, aseo, consejos psicológicos y médicos, porque pensamos que todas estas actividades pueden contribuir a mejorar, o al menos a no empeorar, la situación de las personas que acuden a nuestro Centro.
Pero también hemos intentado, en lo posible, aliviar la sobrecarga emocional de sus cuidadores y de sus familias, y nos daremos por satisfechos si hemos conseguido mejorar, aunque haya sido mínimamente, la situación de estas personas en estas circunstancias tan difíciles.
Y YA SABE, ANTE CUALQUIER DUDA, CONSULTE A SU MÉDICO DE CABECERA
Muchas gracias
Dr. Miguel Ángel Valle León
Nº.Col. 28.28.29184